EMBOLSADOS

Vivimos EMBOLSADOS. Si tuviéramos que describir nuestros días, una palabra lo haría…bolsas. Es increíble como el consumo diario de empaques plásticos llenan una y otra bolsa de basura, mezclados con desperdicios orgánicos, suciedad del espacio entre otros desechos.  Por qué sabiendo el impacto ambiental, seguimos siendo parte de una industria que no cambia, y si lo hace, es pensando en vender más pero no por un bien común. Pero como podemos cambiar, que hacer para ser consumidores conscientes y responsables.

 

Tres bolsas de basura (orgánico, plásticos, cartones) se dejan en la puerta de la casa y pensamos que será de gran ayuda para realizar un manejo responsable, pero cuando pasa el recogedor se lanzan las bolsas y todo se mezcla. El sistema que estamos utilizando NO FUNCIONAAAA.

 

“Ojos que no ven corazón que no siente”, es lo que pasa con toda la basura que generamos, al perder contacto con la misma, nos olvidamos lo que estamos provocando. Hasta que no llegue el día en el cual se limite la cantidad de basura que puede desechar cada familia, seguiremos viviendo en una burbuja de conformidad que nos impide visibilizar el desastre que estamos avivando, para la naturaleza y nosotros mismo.

Seguimos así o cambiamos.

Es increíble como al abrirte y pensar en los objetos que te rodean, analizar tu entorno y mostrar interés por darte cuenta que esta pasando en tu día a día, comienzan a surgir muchos nuevos pensamientos e intereses. Desde que comencé a entender el camino de los desechos generados, pude relacionarlo con otros espacios y entonces sin darme cuenta surgió en mi una preocupación por lo que está pasando. Si por un mes tuviéramos que guardar en nuestros hogares la basura acumulada, seguiríamos generando la misma cantidad? Seguramente nos sentiríamos invadidos y entonces pensaríamos en propuestas para reducir y manejar nuestros desechos. PERO MIENTRAS SEA FACIL…

Por primera vez pude sentir un pequeño cambio  en la industria, días atrás en una ferretería me entregaron mi pedido sin funda (eran muchos artículos pequeños) necesitaba algo para poderlos llevar caminando. Pregunté ¿Señor me puede ayudar con una funda? Respondió, “ahora las fundas cuestan, si necesita una debe pedir en caja”

Si bien me sentí incomodo también sentí un desafío que me alegro la mañana y me obligo a caminar a casa sin llevar un funda plástica.

Viví un día sin estar embolsado.

 

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