Camarón que se duerme se lo lleva la corriente.

 

Uno de los productos de exportación que sostienen la economía del Ecuador, predominantemente es el camarón. El problema con este marisco es que  su producción pone en riesgo cientos de hectáreas de bosque de manglar. 

Estos ecosistemas son de suma importancia ya que son una de las fuentes tróficas más importantes de la vida marina. Los manglares son el hogar y refugio para cientos de especies, entre peces, moluscos, crustáceos, aves, entre otros.

Los árboles y arbustos que componen los bosques de manglar filtran grandes cantidades de sedimentos y nutrientes, manteniendo de esta manera la calidad del agua. Asimismo absorben  emisiones de CO2 y contrarrestan los procesos de erosión por mareas fuertes, previniendo inundaciones.

 

El incremento de la industria camaronera en los últimos 50 años ha destrozado estos ecosistemas para la construcción de piscinas donde se cría esta especie de crustáceo. 

Mi reflexión empezó ya que la comida familiar de fin de semana fueron camarones al ajillo, una receta especial que mi mamá prepara magnificamente. 

Cuando todos terminamos de comer y yo me encargué de lavar los platos y recoger la mesa, pensé en toda la violencia ambiental que existía detrás de esos camarones. ¿Cuántos bosques de manglar fueron talados para que ese camarón llegara a mi plato?

¿Cuántas familias que vivían del turismo sano del mangle pudieron haberse quedado sin trabajo a costa de la instalación de tal o cual camaronera? 

El famoso dicho “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, me hizo pensar que tenemos poco tiempo para intentar mitigar los daños producidos no sólo por esta industria en específico, sino por la mayoría de sistemas productivos del Ecuador que carecen de un mínimo de  consciencia con el ambiente y los entornos a los que afectan.

En la semana mi basurero se llenó de basura orgánica, principalmente restos de vegetales y algunos empaques plásticos y de tetrapack. Creo que esa es la corriente, o al menos la basura que terminará lastimosamente en muchas de ellas. 

Es hora de despertar. 

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