Me miran

No recuerdo de donde provengo, pero eso no impide que esté consciente de en donde estoy, me gusta mirar al sol, ayer por ejemplo estuve junto a una hormiga todo el día, me dijo que no le gusta cuando ponen música muy fuerte, pero que logró comer el azúcar que cae del pan, quisiera poder moverme igual que ella, pero lastimosamente mi destino no es ese. Me contó que pronto saldré a pasear, que tan solo debo tener mucha paciencia.

Carlos, mi humano, me riega saltando un día, dice que no necesito tanta agua, que con eso estoy bien, yo intento darle las gracias, pero hace como que no me escucha, varias veces le digo que me da frío, que quiero estar en otro sitio, pero solo recibo miradas. En la mañana estuvo afanoso, se movía de un lugar a otro, en voz alta menciona que le hace falta dinero para pagar la renta, y luego se dirige hacia mí, veo como me mira con cara triste, lo hace unos minutos y me dice que lo siente, que quisiera quedarse conmigo, me contempla ¡oh no! Me toma, me saca de mi hogar, no respiro, la tierra se suelta, veo borroso. Luego de unos minutos vuelvo a ver, no era tan grave como pensé, sabía que Carlos no me lastimaría.

Ahora estoy en un sitio más espacioso mis raíces se sienten cómodas, pero no firmes, quizás con el tiempo me acostumbre, le sonrío e incluso intento moverme, pero nuevamente no responde, seguía preocupado. A eso de las 11am me coloca en una cajita junto a otros como yo, al fin puedo moverme, claro mi humano me mueve, le digo que quiero ir al parque, sin hacerme mucho caso me lleva a una calle, el sol es fuerte demasiado fuerte, es medio día, a mis compañeros y a mi nos colocan sobre una tela junto a un cartel, después de muchas miradas de humanos desconocidos, llegan dos chicas, me ven me observan, así como lo hace Carlos, una de ellas saca un papel y lo entrega a Carlos, acto seguido Carlos les dice “Su nombre es algodón de azúcar, le he puesto así porque su forma es circular, le gusta el sol y necesita agua dos veces por semana” que mentira, Carlos me regaba pasando un día. No quería irme, pero como siempre nadie me escucho. Llegamos a una casa alta, mi nuevo lugar daba frente a una ventana, dos veces por semana recibía agua, en ese tiempo florecí, pero por la tristeza se me cayeron las flores, después de un año decidieron cambiarme de lugar ahora estoy en la ventana de mi nueva humana, puedo decir que con ella tampoco me comunico, intento moverme para que note mi presencia pero no lo hace, no me toca porque dice que le lastimo, pero no lo hago, en realidad no me agrada que me toquen pero tampoco me agrada estar solo.

Pasado unos días mi humana me trajo compañía, ahora somos 4 en la ventada, entre nos otros nos entendemos y hablamos, hemos discutido porque ellos quieren salir, y yo igual pero no podemos, a veces parece que no existe nada más que ellos, yo y mis humanos, esos humanos que ni siquiera se han presentado ante mí.

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