Una brisa verde

A veces pasa que necesitas un descanso. Tienes esta sensación latente, solo quieres parar, sientes que debes recargar energías. Estás un poco harto de todo, pero a la vez te estresas si no haces nada. He encontrado una solución temporal, es pequeña, es sencilla y útil. Es gozar de la naturaleza. Es simplemente acostarte en el patio, recibir un poco de sol y ver el césped. Puede sonar aburrido  o incluso algo tonto, pero funciona. Las flores, las hojas de césped, todo se mueve a un diferente tiempo que el nuestro. En nuestro día a día todo es para ayer, y es necesario estar en el presente. Pensaríamos que no se mueven nada, solo porque estamos acostumbrados a andar corriendo, pero una vez que te detienes, puedes conectar con la naturaleza y absorber esa calma y paz que tanto necesitabas. Te vuelves parte de esa compleja y tan absurda estructura. No eres un ente invasivo, no eres un extraño, solo eres. Eres parte de ese todo.  Observar aquellos tallos altos, tallos verdes, un degradé de tonalidades de aquel color que se extiende ante toda una planicie es completamente relajante. Te das cuenta que todo parece estar tan enredado, como un desastre total, como una cuerda enredada que no sabes donde inicia, ni donde acaba, y aún así entiendes que todo tiene sentido, cada raíz tiene su propia estructura, su propia manera de crecer, de curvarse, casi como nosotros, y sin embargo, tiene su propio camino sin dejar de ser parte de un todo. Tiene miles de agujeros, pero no puedes observar más de tres niveles de profundidad. Es fascinante mirar a toda criatura que habita en él y pensar que está en aquella exploración de ese mundo, a veces perdido, desorientado, ¿será que así también nos perciben a nosotros?. En fin, es el hábitat perfecto, para seres tan diminutos, verlos trepar cada hoja de césped es como ver a un náufrago en medio del mar, donde cada hoja es una ola distinta y esta se alza más alta que el resto o a veces es la más pequeña. Y una vez que esa hormiga perdida se topa contigo no te trata como un ser extraño y desconocido, hay una convivencia armoniosa, con toda la confianza recorre el largo de tus dedos hasta volver otra vez a una hoja de césped distinta, vuelve a ser parte de ese todo, tal vez por un instinto de pertenencia o de seguridad.

es_ESEspañol