Los desechos en mi basurero me pertenecen solo a mí?

Es extraño ver como los residuos en un bote de basura pueden definir el estilo de vida de una persona. Pero la verdad es otra porque esos desechos no solo definen mi estilo de vida. Entre cada espacio del basurero puedo distinguir mínimo tres estilos de vida pertenecientes a distintos tipos de personas.

Obviamente, el primer estilo de vida que encuentro es el mío. Los desperdicios de frutas, los cartones de leche, las cascaras de huevo y los tallos de lechuga me definen. Definen lo que como diariamente. Definen el contenido de mi organismo. Esa “basura” me define, completamente a mí.

Está claro que yo soy lo que como, pero de donde viene eso que como?

Esa cascara amarilla del plátano salió de un grupo de bananos que colgaban de un árbol platanero. Ese árbol estuvo en una gran plantación en la que gente del campo trabaja cosechando los frutos para que luego se vendan en el mercado. En este punto ya tenemos tres estilos de vida relacionados: yo, los cosechadores y los mercaderos. Estos últimos recolectan todos los productos, los meten en camiones y emprenden un viaje hasta el “gran destino”, los vendedores y, posteriormente, el consumidor (yo). El plátano pasa por muchas manos hasta terminar en la mesa de una casa.

Los cartones de leche. Estos provienen de los grandes arboles madereros que después son talados y llevados a grandes fábricas donde se convierten en pequeñas cajitas verticales de máximo 17 cm de altura. El primer estilo de vida que se puede encontrar ahí son los taladores, que se ganan la vida cortando los árboles. Después están los trabajadores de la industria, encargados para usar toda la maquinaria e industrializar los productos. Luego eso pasa a los supermercados, donde los trabajadores tienen que perchar cada uno de los cartones. Hasta aquí, son ya tres estilos de vida. Luego está el incalculable número de personas que toman el cartón para ver el precio, la fecha de caducidad, su información nutricional y, si no están 100% seguros del producto, lo dejan. Y así, eso sucede hasta que llega quien lo compra. Esa persona paga en caja su producto, y en ese momento, pasa por las manos del cajero y del funcionario que lo empaca. Finalmente, llega a casa, y aún ahí, el cartón pasa por las manos de cualquier residente del hogar. Al culminar su objetivo de funcionalidad, el cartón es arrojado a la basura. Pasa por manos de la gente que rebusca en la basura, pasa por manos de quienes recogen la basura y, por último, hay dos opciones: o se recicla y emprende otro ciclo, o termina en una gran zanja de desechos.

A la final, un residuo nunca pasa por solo una persona, nunca compone la vida de un solo ser humano. Los objetos relacionan a comunidades, a sociedades, a países, e incluso, a continentes. Incluso, podría decir que los desechos del basurero no nos pertenecen, nosotros les pertenecemos. A cuántas personas puede unir un simple producto?

 

Segunda semana

Es sorprendente ver cómo las hojas de menta duran tan poco cuando se las corta de la planta madre. Máximo necesitas dos de esas pequeñas hojas verdes para cambiar el sabor del agua que usualmente tomas. Se mantienen húmedas durante pocas horas, hasta que empiezan a secarse, quebrarse, y se transforman en otro miembro más del bote de basura.

Alguien no culto en botánica, no sabe qué hacer con aquellas hojas que se secan. Podrían ser botadas en la tierra, o en cualquier espacio orgánico, pero la verdad es que muchas de esas hojas, como cualquier otra rama, termina en la basura. Muchas veces, la nula educación sobre algunos residuos provoca que la gente no sepa qué hacer con ello, si deben ser desechados aparte, o si pueden tener una vida útil, y más que nada aquellas hojas de plantas que se usan para una actividad tan común como las infusiones.

Al final, solo sabemos que después de utilizarla -en una o reiteradas ocasiones-, la hoja de menta también va directo a la basura.

en_USEnglish