Nuestra ausencia tiene forma de raíz…

Por María Alejandra González    

He pasado los últimos días pensando en esta pregunta ¿Cómo percibe mi lugar mi presencia ?, y lo único que siempre viene a mi cabeza es la hiedra de mi pared, la veo todas las mañanas al despertar, al acostarme, cuando paso en mi cuarto . ¿Pero, y si de verdad pensara? … cómo me describiría, ahora pienso que quizá su forma de percibirme es por su manera de verse, hay meses en que sus raíces se enredan tanto que deja de mostrar sus hojitas, pero cuando las raíces logran escapar de todo ese problema, porque siempre encuentran alguna manera, comienzan a encontrar caminos para seguir creciendo ya cubrirse con hojas verdes y hermosas, como si fueran lo único que quisiera mostrar, como si en realidad ocultara todos esos enredos de raíces por debajo . Incluso a veces pienso que es mi propio espejo por esta forma tan singular de ser, y lo más interesante es que nunca deja de crecer, es terca, se mete por esquinas y partes muy pequeñas por donde no debería y por donde sabe que al resto de personas en mi casa les va a estorbar, y no importa cuantas veces la podemos , sigue metiéndose por estos rincones, sigue explorando y sigue creciendo, como si buscara algo oa alguien. Incluso a veces la veo, y me fijo en las partes donde no lograron que sus hojitas crezcan, esas partes que se ven algo muertas pero que finalmente son las partes que conforman toda su estructura y pienso en la ausencia reflejada en ella. Como si usara sus hojitas para tapar y rellenar esos espacios vacíos … Como si solo remedara nuestra forma de ser. se mete por esquinas y partes muy pequeñas por donde no debería y por donde sabe que al resto de personas en mi casa les va a estorbar, y no importa cuantas veces la podemos, sigue metiéndose por estos rincones, sigue explorando y sigue creciendo, como si buscara algo oa alguien. Incluso a veces la veo, y me fijo en las partes donde no lograron que sus hojitas crezcan, esas partes que se ven algo muertas pero que finalmente son las partes que conforman toda su estructura y pienso en la ausencia reflejada en ella. Como si usara sus hojitas para tapar y rellenar esos espacios vacíos … Como si solo remedara nuestra forma de ser. se mete por esquinas y partes muy pequeñas por donde no debería y por donde sabe que al resto de personas en mi casa les va a estorbar, y no importa cuantas veces la podemos, sigue metiéndose por estos rincones, sigue explorando y sigue creciendo, como si buscara algo oa alguien. Incluso a veces la veo, y me fijo en las partes donde no lograron que sus hojitas crezcan, esas partes que se ven algo muertas pero que finalmente son las partes que conforman toda su estructura y pienso en la ausencia reflejada en ella. Como si usara sus hojitas para tapar y rellenar esos espacios vacíos … Como si solo remedara nuestra forma de ser. y me fijo en las partes donde no logró que sus hojitas crezcan, esas partes que se ven algo muertas pero que finalmente son las partes que conforman toda su estructura y pienso en la ausencia reflejada en. Como si usara sus hojitas para tapar y rellenar esos espacios vacíos … Como si solo remedara nuestra forma de ser. y me fijo en las partes donde no logró que sus hojitas crezcan, esas partes que se ven algo muertas pero que finalmente son las partes que conforman toda su estructura y pienso en la ausencia reflejada en. Como si usara sus hojitas para tapar y rellenar esos espacios vacíos … Como si solo remedara nuestra forma de ser.

Todo esto me llevó a la idea de un imaginario en el que nosotros mismos estemos llenos de este tipo de raíces y nuestros conflictos y ausencias se vean reflejadas de esta forma. Siempre me he expresado por medio del arte, sobre todo del dibujo, y en esta ocasión quiero compartir con ustedes mi idea de mi misma dentro del mundo que describo, donde los humanos estemos hechos de emociones escondidas y simplemente lo que se muestra al mundo son estos caparazones de hojas verdes, pero de alguna forma todos estamos conectados por las mismas raíces, por los mismos lazos, temores y ausencias, que no son más que respuestas de nuestro propio cuerpo tratando de sobrevivir y adaptarse al medio, tal como una enredadera de hiedra que no deja de crecer.

A veces nuestras ausencias son elegidas y, otras veces, involuntarias. Pero nada da más miedo que ese vacío. Intentamos pasar de puntillas sobre él, disimularlo con otras cosas, con hojas verdes, con otros cuerpos que no consiguen llenarlo, adornarlo con flores que terminan marchitándose. Sin embargo, lo más curioso de todo esto es que no nos damos cuenta de que el olvido es una trampa, un mecanismo de autodefensa, la salida más fácil, un mal homenaje. Pero al final del día, todos somos uno y somos parte de esta gran red de dolor, y no solo de dolor, sino de momentos felices también que cada individuo debe tejer para formar su propio ser. 

en_USEnglish