Mi amiga Cartucho

Si soy sincero este ejercicio me pareció un tanto difícil (a comparación de los anteriores) y aunque suena fácil escribir una carta a una planta para mi no lo es o no tanto. Y es que nunca he tenido una conexión con las plantas o no he podido (o querido) observar más allá de como se han establecido dentro de mi imaginario. En este sentido creo que tengo un poco de envidia o celos de las personas que tienen conexiones profundas con estos bellos seres, como mi abuelita Mariana, que puede realmente observar y ser empática con las plantas; tanto así que todo lo que ella siembre se le da y es que desde que tengo memoria toda vegetación que cuida tiene un algo especial y mucho de eso creo que se debe a la conexión que tiene mi abuelita porque no las observa meramente como objetos o seres decorativos sino como lo que son, seres. Es por eso que tengo esta anécdota de ella hablando con su jardín o cantándoles mientras les da agua y creo que es a partir de esta anécdota o memoria mía donde esta carta realmente empieza.

Es por esto que decidí realizar este ejercicio teniendo como inspiración para lo que estoy escribiendo a los Lirios de Agua que se encuentran en mi jardín o como los humanos hemos querido categorizar y taxonomizar (ojo, esta última palabra creo que no existe, sin embargo, va bien dentro de la carta) a la bella Zantedeschia Aethiopica o también como siempre te he conocido, Cartucho o campanas por la forma que tienes. Me parece correcto seguir esta redacción empezando con que estas demasiado ligada a mi memoria desde la infancia y mucho se debe a que mi abuelita en su jardín siempre te ha tenido, no específicamente a ti, pero si a otras similares. Y creo que esto se debe a lo hermosa que puedes llegar a ser cuando floreces. Con ojo de diseñador es muy interesante ver como a lo lejos del jardín se te puede distinguir siempre, entre todo lo verde, con unas manchas de color blanco que de cierta manera evocan en mi un montón de emociones positivas (tal vez porque me hacen acuerdo a mi abue).

Ahora bien, investigando un poco acerca de ti me pareció interesante conocer que realmente no eres originaria de aquí, es de Sudáfrica o de allá se remiten tus ancestros. E igual encontré un montón de información, en este caso técnica de muchas de tus cualidades curativas, sobre todo de tus hojas que se usan para tratar heridas y picaduras, aunque tu estas en mi jardín siendo objeto de decoración (tal vez esto último sea lo mejor para ti en el sentido de que jamás te arrancaremos una hoja para tratar heridas). También descubrí que dentro del contexto latinoamericano eres parte del simbolismo de la muerte, aunque no te puedo ver con esos ojos por lo arraigada que estas en mi desde que era un niño. Trayendo a colación otra anécdota que tengo contigo y que es un tanto graciosa diría yo, es como de pequeño por la curiosidad que tenía me encantaba sacarte el polen e incluso probarlo; hoy sé que eso lo debía hacer por que eres toxica para los seres humanos en tu estado natural (sin cocción o preparación).

Sin embargo, toda mi curiosidad hacia a ti se fue perdiendo a medida que fui perdiendo mi infancia porque ya no me atraía comer o jugar con tu polen. Aunque no debes sentirte triste porque recuerda que en mi ultimo año de colegio fuiste parte fundamental para poder graduarme porque hice un proyecto (un poco ñoño diría yo) acerca de las funciones matemáticas que se pueden sacar de tus figuras, no de toda tu sino de una de tus partes más hermosas, tus cartuchos. Y gracias a esa inspiración inconsciente que me pudiste dar junto con curiosidad pude hacer un proyecto medio chévere que planeo expandirlo de forma creativa y un también un tanto ñoña. Pero creo que lo que más placer me da, es poder verte junto a tus amigas en el jardín como tu amiga Hortensia (Hydrangea) y tu amiga Mala Madre (Chlorophytum comosum) aunque no creo que sea tan mala madre contigo porque se puede observar su armoniosa conexión.

Para concluir esta carta, que se torno muy especial y un tanto sentimental hacia ti quiero decirte a través de estas palabras lo agradecido que estoy contigo. Primero por todos los insectos que conviven contigo porque es siempre gratificante poder verlos en tus hojas al igual que cuando deja de llover las gotas de agua que quedan en todo tu ser y segundo por ser, junto con tus amigas, un espacio de juego, ya no para mí sino para todos los gatos que llegan a la superficie donde has echado tus raíces. Por último me comprometo a regarte y cuidarte más, tal vez no como el cariño al que te acostumbró mi abue, pero si para que puedas seguir floreciendo.

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